Sobrevivir a Boxing Day.
Ayer fue el día de las rebajas en Canadá, se llama Boxing Day.
Después de haber comprado durante dos meses enteros cosas por Navidad, llegan estas ofertas del 50% de descuento. Y la gente sale a aprovechar.
Yo me apunte a trabajar, porque además es feriado y pagan más por el valor de la hora trabajada.
Empecé a las 9 y salí a las 18:40.
El pronóstico era que habría filas rodeando el almacén y la verdad no fue tan así. Pero sí fue un movimiento imparable de gente durante 9 horas seguidas.
Había momentos en los que no había ni por donde caminar.
Sacamos mercadería cada 10 o 15 minutos. Zapatos, ropa, electrodomésticos, vajillas, patines, adornos de Navidad, etcétera.
Lo mejor fue que todos los que trabajamos tacitamente habíamos hecho un pacto de tener la mejor actitud.
Y los compradores se portaron a la altura, sin peleas, sin quejas, sin romper demasiadas cosas.
Desordenando un montón, eso sí.
Entonces, yo lleno las perchas, limpio, ordeno, clasifico, y me muevo de lado a lado del almacén a toda velocidad. Soy ágil y delgada, me paso entre los coches cargando un microondas, una vajilla entera, 10 pares de zapatos cargados en los brazos, 10 tazas en las manos. Abro vestidores, saludo a cada una de las personas que se me cruza, les comento si algo les queda bonito, si tienen en un coche algún objeto muy preciado, les felicito. Les ayudo a buscar una taza perdida, les ayudo a buscar la talla de sus zapatos y así.
No existe ningún trabajo en mi vida que no haga hasta las últimas consecuencias. Hay un fuego interno que me quema, adrenalina, hacer hacer hacer hacer hacer. Sin parar.
Con mucha suerte al inicio del día hice también mis compras de Boxig Day. Me compre un par de zapatos Nike casi nuevos por 10$ para caminar todo el día y me salvaron (camino tanto que en 3 meses ya he acabado con las suelas de 2 pares de zapatos), compre un par de cosas para mis hijos, le compre un martillo al Armando.
Al final del día conseguí que una compañera me traiga a mi casa y me evito 1 hora más en bus.
Cuando llegué solo logré sentarme y no me pude levantar más. Que brutal dolor de piernas, tobillos y pies. Oí las quejas de los 3 y el resumen de sus gritos y peleas de todo el día.
Me iguale en el WhatsApp solo había recibido fotos de familia y amigos en el Ecuador en la playa, en el museo, en paseos en la montaña, en fiestas y comidas.
Me metí a la tina llena de agua hirviendo y lloré un par de horas hasta que sentí que mis pantorrillas estaban más relajadas.
¿Por qué estoy viviendo esta vida? ¿Cuál es el plan? ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién soy? ¿Qué va a pasar conmigo?
No sé.
Pero hoy por suerte tengo el día libre. Voy a sentarme a tomar café con cereal para oír The Smile y este post será lo más cercano a la escritura personal.
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