El lunes tuvimos muchísimo trabajo. Talía y yo estábamos acomodando los libros y un tipo se acercó y me preguntó: Where do you keep your bibles?
Le dije: I’m sorry we don’t carry bibles.
Ya me habían hecho esta pregunta antes, pero la mujer menonita a la que le dije que no vendíamos biblias no se molestó.
Este tipo ya venía molesto. Parecía como si hubiera llegado a buscar una pelea.
Insistió.
— ¿Entonces qué hacen con las biblias? —
Aclaro que somos una tienda de segunda mano, que recibe donaciones, las procesa y las vende. No somos una misión religiosa y nos abstenemos de vender libros religiosos.
El tipo me dice, cada vez más molesto, agresivo y físicamente más cerca de mi cara
— ¿Me estás diciendo entonces que ustedes censuran las religiones? Están entonces quemando las biblias, is that what you are doing?
Are you burning the bibles?
Quiero llevarme todas las biblias que tengan.
— No tenemos ninguna biblia ahora, le digo
Se aleja gritando en voz alta: — No voy a volver nunca a esta tienda.
Pero no se rinde. Regresa a donde yo estoy acomodando los libros y me insiste.
—Puedes decirme entonces que hacen con las biblias.
Yo estoy tratando de decirle algo que le tranquilice, o al menos algo que haga que se aleje, pero me pasa lo de siempre, peor aún cuando tengo que decirlo en inglés y debo pensar un poco mejor qué palabras quiero usar, me quedo paralizada o se me ocurren cosas que agravan peor el asunto.
No sé lidiar con las quejas, ni con la gente grosera. Cualquier cosa que se sale de mis dominios y que hace escalar el tono de voz de la gente, me limita. No encuentro palabras, ni para defenderme, ni para frenar la furia ajena. En mi experiencia a una persona enojada no hay forma de hacerle entrar en razón con explicaciones. Me provocaría darles un golpe, para que quizá el impacto físico le haga reaccionar.
Regresa, insisté: — ¿Entonces qué hacen con las biblias?
Le digo: se clasifican y se envían a otro proveedor que se hace cargo de ellas.
¿Cómo se hace cargo, qué significa eso?
Aquí es dónde me quedo atrapada sin respuestas, y le digo exactamente lo que no debo decirle, pero le digo la verdad.
—El proveedor trata estos libros como papel, se vende como papel. Al peso.
Obviamente fue como iniciar la chispa de una bomba molotov.
tengo tantas ganas de decirle en un tono de voz alto: No me jodas más, las biblias se tiran a la basura, a la basura de papel. No, no se queman
Siempre quiero evitar el conflicto para que las otras personas no desfoguen toda su ira contra mí. En el trabajo además, lo que quiero siempre es que los clientes sean felices. Felices. Les sonrío, les atiendo amablemente, quiero agradarles, quiero que su experiencia sea feliz. Quiero que todos sean felices.
Pero cuando aparecen estos personajes miserables lo que quisiera es todo lo contrario: hacerles daño. Quiero decirle en la cara: No quemamos las biblias, porque quemadas no tienen valor; pero si son papel pesan y se venden así pesadas.
Luego se trituran y se procesan y se convierten en otro tipo de papel para que sigan imprimiendo libros que la gente seguirá comprando y luego dejando en nuestra puerta como donación/basura para que nosotros los volvamos a “procesar”. La biblia incluída.
¿Estoy de acuerdo en qué la biblia pertenece a este ciclo de reciclaje?
No, no tengo una opinión al respecto. ¿Irrespeto la religión? No.
Puedo entender que un objeto que es sagrado para ti no debería estar en la basura. Pero yo soy la última cadena de este eslabón. Yo no soy la persona que te va a dar una respuesta al porqué hay una biblia en la basura.
¿Quién dona sus biblias? ¿Personas que dejaron de creer? ¿Personas que tienen más de una? Casi siempre, los hijos de las personas mayores que están muriendo o que están mudándose a casas de ancianos son los que empacan la casa entera y la vienen a entregar como donación.
Y entregan todo.
A veces en los cajones de los muebles del dormitorio han dejado los calzones y las medias de su abuela.
No se hacen cargo de nada.
Menos aún de las biblias.
Solo después del incidente cuando trataba de recordar la cara del tipo, me di cuenta que llevaba un crucifijo plateado en el pecho.
Siempre había pensado que conocía a los fanáticos religiosos. Pero nunca había visto uno. No puedo decir que admiro su causa, porque si algo que amas y respetas o idólatras hace que trates a la gente como una mierda, entonces no me importa.
Yo no soy tu enemiga. ¿Qué es esto, la inquisición al revés?
Más tarde supe que el tipo fue a hablar con mi jefa y ella, que tiene cero interés por ser amable con la gente, le mandó a la mierda de una manera muy educada. Solo sé que él le dijo mientras se alejaba:
—¡Voy a rezar por tu alma!
y ella le respondió
—¡No need, Thanks! —
¿Qué es lo sagrado?
No tengo una respuesta de qué es sagrado para mí. Podría escribir algunos lugares comunes para la tranquilidad de quien lee. Para cerrar esta historia con algún tipo de moraleja, cómo me he acostumbrado a escribir, con una conclusión optimista, seguramente también para agradar.
No sé qué es lo sagrado para mí.
Quizá el desprendimiento de lo sagrado, sea la paz a la que aspiro.
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