top of page
Foto del escritorPaulina Simon T.

30 días sin almohada





La incapacidad de escribir sucede cuando intento ponerme metas muy concretas.

Me dejo llevar mucho por mi estado de ánimo.

Es desde esa emoción del momento que escribo.

Tengo listas de los temas sobre los que quiero escribir, pero si no lo hago en ese momento, las ideas poco a poco se desvanecen. No puedo dejar las ideas para después, tengo que plasmarlas sobre el momento. Cada momento trae una emoción compleja.


Esta semana cumplimos un mes en Canadá. Todavía estamos en el limbo de vivir en una casa ajena. Ahora mismo estamos compartiendo casa con más gente, y se siente como un paso previo a estar solos los cuatro en un departamento vacío de dos habitaciones. Sin televisor, ni mayor comodidades de ningún tipo. Colchones y nuestras cosas que deberán ir saliendo poco a poco de la maleta.



Siento que cada una de esas emociones complejas de estos treinta días pesan sobre mi rostro. Sigo bajando de peso, a pesar de lo mucho que como, mi cara está cada día más delgada y las ojeras intensas. Acostumbrada a dormir bastante, el cansancio empieza a pasarme factura en el rostro y en las emociones. Si no duermo suficiente empiezo a deprimirme. Cierro los ojos mientras manejo a ver si me recupero. Me gusta jugar conmigo misma a que me quedo dormida mientras manejo. Ya había experimentado el cansancio cuando nacieron mis hijos y casi me mata. Me tomó años darme cuenta que mi depresión postparto era básicamente por tener sueño.


Ahora duermo mal y poco. Ya acarreaba malas noches desde el tiempo de la mudanza en Quito, desde antes incluso, desde que aplicamos a la visa, en abril.

Pero aparte de la ansiedad que no te deja conciliar el sueño rápido, en Quito dormía en mi cama perfecta con mi almohada perfecta.

Pero desde que llegamos son más de 30 noches sin la almohada correcta.

Nunca me hubiera imaginado que lo único que debía haber traído en mi maleta es mi almohada.

A una almohada se la domestica a lo largo de años.

Yo ya había olvidado mis muchos años de dormir mal, hasta que mi hermano que tenía el mismo problema que yo (cambiando de almohada de plumas cada dos meses) me regaló por mi cumpleaños, la almohada perfecta. No fue perfecta desde el comienzo. Después de la primera noche casi muero de tortícolis. Pero después de 10 años se volvió la almohada perfecta. Necesito comprarme una almohada urgentemente para comenzar una relación de largo plazo. No puedo más con las almohadas suaves.


Me veo en el espejo y me asusto, creo que debería empezar a maquillarme. Mis ojos llorosos todo el tiempo. Siento que se me han caído más los párpados, tengo los ojos pequeñísimos. El entusiasmo se apagó, o se apaga al menos una vez a la semana justo antes del fin de semana. Luego los lunes suelo estar un poco mejor.


Cualquier cosa que pienso me hace llorar. El Nael me amenazó y me dijo que si amanezco llorando otra vez, me va a cachetear. Yo también me cacheteo.

No sé cómo sobreponerme a estas recaídas llorosas o si está bien llorar no más y ya.


Reprimir o llorar. ¿Reprimir el llanto será que ayuda a ser más fuerte? Porque a veces lo único que parece fácil es llorar, entonces ¿Por qué no hacerlo?

Mis hijos se asustan si me ven llorando, piensan que está pasando algo malo y no, solo está pasando la vida. Esta vida nueva, rara, que no entiendo y que a veces me vence.





6 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page